PRECEPTOS ÉTICOS DE MARTÍ PARA EL ESCRITOR LATINOAMERICANO EN CUATRO TEXTOS DE CRÍTICA DE ARTE

Marti´s ethical precepts for the Latin American writer in four art criticism texts

Os Preceitos Éticos de Martí para o Escritor Latino-Americano em Quatro Textos de Crítica de Arte

Autores: Yosvani Alonso Medina;

                Teresita del Carmen Delgado Menéndez;

                Rubén Avello Peña.

Ensayo académico

RESUMEN

La obra escritural de José Martí ha sido estudiada por varios especialistas desde diferentes enfoques. La pluralidad de perspectivas no es una cuestión forzada, se justifica por la universalidad de su pensamiento. Pareciera se ha dicho todo acerca de quién es uno de los fundadores del pensamiento latinoamericanista, sin embargo, cada vez se hallan elementos claves para reinterpretar la historia y configurar un presente desprovisto de errores ya cometidos, que asegure un futuro cualitativamente superior. Los estudios acerca de Martí, generalmente, destacan su labor como organizador político en pro de la independencia y en el ámbito literario reconocen sus dotes de orador, ensayista, narrador y habilidad como poeta, que le valió para ser considerado uno de los principales exponentes del modernismo, y hasta para algunos el fundador. En esta oportunidad se ha propuesto como objetivo analizar cómo se manifiesta la crítica de Martí cuando el escritor se aleja o se acerca a la conducta ética que preceptúa. Se es consciente de que en las obras martianas solo se encuentran ideas parciales de lo que entiende por ética.

Palabras clave: ética; José Martí; escritor; crítica de arte.

ABSTRACT

The scriptural work of Jose Marti has ​​been studied by various specialists from different approaches. The plurality of perspectives is not a forced question, it is justified by the universality of his thought. It seems that everything has been said about who is one of the founders of Latin Americanist thought, however, each time key elements are found to reinterpret history and configure a present devoid of mistakes already made, which ensures a qualitatively superior future. Studies about Marti, generally, highlight his work as a political organizer in favor of independence and in the literary field they recognize his gifts as a speaker, essayist, narrator and ability as a poet, which earned him to be considered one of the main exponents of the modernism, and even for some the founder. On this occasion, it has been proposed as an objective to analyze how Marti's criticism is manifested when the writer moves away or approaches the ethical behavior that he prescribes. It is aware that in Marti´s works only partial ideas of what he understands by ethics are found.

Keywords: ethical; Jose Marti; writer; art criticism.

RESUMO

A obra de escrita de José Martí tem sido estudada por vários especialistas de diferentes perspectivas. A pluralidade de perspectivas não é uma questão forçada, justifica-se pela universalidade de seu pensamento. Parece que tudo foi dito sobre quem é um dos fundadores do pensamento latino-americanista, no entanto, cada vez mais se encontram elementos-chave para reinterpretar a história e configurar um presente desprovido de erros já cometidos, o que garante um futuro qualitativamente superior. Os estudos sobre Martí geralmente destacam seu trabalho como organizador político em favor da independência e no campo literário reconhecem seus dons como orador, ensaísta, narrador e habilidade como poeta, o que lhe valeu ser considerado um dos principais expoentes do modernismo, e até mesmo para alguns o fundador. Nessa ocasião, o objetivo foi analisar como a crítica de Martí se manifesta quando o escritor se afasta ou se aproxima da conduta ética que prescreve. Está ciente de que nas obras de Martí há apenas ideias parciais do que ele entende por ética.

Palavras-chave: ética; José Martí; escritor; crítica de arte.

INTRODUCCIÓN

Estudiosos de la obra de José Martí coinciden en que no fue un filósofo, en el sentido estricto del término –si bien sus escritos tienen esbozos de concepciones éticas (Fernández, 1974)–, pues no dedicó una obra a la argumentación de sus posturas filosóficas (Fraga et al., 2018). No obstante, diferentes autores han escudriñado en los textos del Apóstol intentando completar el significado de esos principios esbozados de su ética para comprender mejor la dimensión de quien es uno de los grandes pensadores de la historia latinoamericana. Fernández (1974) opina que en la ética del Apóstol hay un eclecticismo vago porque aspira a que los oprimidos hagan su voluntad sobre los opresores. Por su parte, Hart (2018) aprecia en el autor de Ismaelillo no solo una continuación del pensamiento ético cubano del siglo XIX –donde destacan Félix Varela y José de la Luz y Caballero–, sino el punto más álgido.

La mayoría de los trabajos acerca de la ética en Martí se han centrado en determinar cuáles son las finalidades de la obra martiana siguiendo una postura humanista. Desde esta perspectiva se ha destacado que la obra del Maestro se proyecta hacia la búsqueda de la emancipación del hombre, en todos los órdenes: moral, social, política, cultural. En sus escritos aparece, generalmente, alguna recomendación que tributa al logro de tal emancipación del hombre, y del hombre latinoamericano en particular, porque sabe la condición oprobiosa que lastima a su pueblo. Por otro lado, los textos de Martí que abordan la crítica de arte han sido trabajados por los grandes estudiosos de su obra y calificados a menudo de impresionistas. En esta oportunidad se ha propuesto como objetivo analizar cómo se manifiesta la crítica de Martí cuando el escritor se aleja o se acerca a la conducta ética que preceptúa.

El análisis se realiza en cuatro textos de crítica de arte: la carta a José Joaquín Palma, Propósitos de la Revista Venezolana, El carácter de la Revista Venezolana y “Mi tío el empleado” novela de Ramón Meza. Se han escogido estos textos por considerarse una muestra ilustrativa de la conducta que, a juicio de Martí, debe seguir el escritor latinoamericano, específicamente, a la vez que reconoce la función social del arte. Los juicios formulados se fundamentan en las bondades del análisis de textos como método general, el cual permitió la identificación de elementos comunes en los textos, mientras el análisis de contenido como método específico –y dentro de él la estrategia intensiva– permitió profundizar en la esencia de aquellos.

DESARROLLO

Característica ontológica en el hombre es obrar en busca de un fin y para lograr su cometido debe trazar las estrategias que considere más acertadas. En el proceso de determinación de esas estrategias debe emplear las habilidades que a menudo se enuncian como elementos diferenciadores de los demás animales: cuestionar, reflexionar, analizar y, finalmente, decidir entre el cúmulo de variantes que se le presentan. De acuerdo con Aristóteles (s. f.) en su Ética a Nicómaco, todas las acciones del hombre están encaminadas a la consecución de un fin específico: la felicidad y en el proceso de acercamiento a ella debe conducirse conforme a las virtudes.  

Los conceptos de ética y valores morales subyacen en las palabras anteriores por cuanto Bueno (2018) considera que el problema de la ética es el estudio de la esencia, el fin y los medios de la conducta humana, la cual se manifiesta en actos, mientras Gutiérrez et al. (2011) opinan que los valores morales son propios de cada persona y trascendentes porque influyen en otras personas y en la sociedad. Se dará paso seguidamente a los apartados que analizan los textos de manera individual.

La carta a José Joaquín Palma

En los siguientes términos se refirió Vitier (1969) a la crítica de arte en Martí: “Despreocupado de los dilemas metodológicos tanto como de los sistemas estéticos, el secreto de la obra crítica de Martí hay que buscarlo, sencillamente, en su capacidad y voluntad de ‘participación’” (p. 175). Lo anterior está en correspondencia con la perspectiva martiana en su misiva. La crítica a la poética de Palma es tan impresionista que se evidencia el proceso de compenetración enunciado por el propio Vitier (1969). Es tanta la conmoción que causan en él los versos que debe abandonar toda preocupación metodológica para enjuiciar el arte de versar del bayamés y convertirse en co-creador, originar un espléndido discurso, mas ¿se conoce por qué el poeta causa semejante admiración en Martí?

Sucede con el artista que es de las figuras menos conocidas de las letras cubanas. El poeta, pese a vivir alrededor de cuarenta años fuera de Bayamo, su ciudad natal, nunca pudo desprenderse del recuerdo de su pequeño terruño. Estos detalles resultan de gran interés para comprender las profundas palabras de elogio que Martí le dedicara. La carta en cuestión recuerda a la crítica sobre el músico matancero José White, ambas suscitan líneas de notable valor literario por cuanto van dirigidas a dos compatriotas que se constituyen en fieles exponentes de la cultura cubana en el exterior y el Apóstol sentía admiración por todo aquel que defendiera su nacionalidad cubana, en este caso a través del arte.

En medio de las sensaciones provocadas por la lírica de Palma, Martí (2001a) expone este criterio acerca de la poesía: “Hay versos que se hacen en el cerebro: estos se quiebran sobre el alma: la hieren, pero no la penetran. Hay otros que se hacen en el corazón. De él salen y a él van” (p. 93). El cerebro y el corazón están empleados como símbolos, el uno de la razón –se refiere al verso construido concienzudamente– y el otro de la emoción, es decir, con apego a lo espontáneo, a lo sentimental; se trata de dos conceptos contrarios y debatidos por los filósofos desde la antigüedad.

Martí confiere mayor valor a la poesía que se hace con el corazón, la puramente emotiva, sin caer en nimiedades ni versos lacrimógenos. Debe ser una lírica con fuerte arraigo en las sensaciones del poeta (más adelante se verá que esas sensaciones están bien determinadas, no son todas). A propósito de tal idea de la poesía, en el texto dedicado a la novela de Meza realiza un pequeño esbozo. En aquel momento afirma: “el verso se improvisa, pero la prosa no” (Martí, 2001d, p. 128); justamente porque, según él, la lírica demanda más el sentimiento y la prosa el sosiego. Aquí la reflexión ética martiana se orienta hacia la conducta que, con fin literario, debe seguir el poeta. La poesía es más preciada si se produce desde lo profundo del alma que si se razona con paciencia y también propicia una mejor asimilación por parte del lector.

En otro fragmento de la carta apunta: “habrá un momento en que la dureza del lenguaje no exprese bien la delicadeza de tu espíritu. (…) Pero estas cosas, que te las diga un crítico. Yo soy tu amigo. Cuando tengo que decir bien, hablo. Cuando mal, callo” (Martí, 2001a, p. 95). Se produce nuevamente la com-penetración, Martí posee conocimiento de la técnica para versar, pero renuncia a hacer uso de él para juzgar la obra de Palma. Del mismo modo, refuta ejercer como crítico, sus palabras se dirigen desde la posición del amigo, tal vez porque considera antiético situarse al mismo tiempo en el rol del crítico y del amigo. Por último, el uso del silencio como medio de censura.

El Héroe Nacional conoce las consecuencias del decir hacia los demás, sabe que la palabra puede dañar si no se utiliza correctamente y por eso cuando tiene que decir mal escoge el silencio; no así cuando tiene que decir bien puesto que la bondad en el hombre merece su favor. En El carácter de la Revista Venezolana expuso que “más vale estar en ocio que empeñarse en lo mezquino” (Martí, 2001c, p. 211), es decir, resulta mejor no hacer nada que obrar en auspicio de algún perjuicio. Se toman los ejemplos acerca del decir y el hacer porque, justamente, son elementos constitutivos de la ética martiana. En Martí no se concibe el decir sin hacer, “hacer, es la mejor manera de decir” (Martí, 2001b, p. 197); se juntan en él teoría y praxis indisolublemente. La reflexión ética de Martí ante el producto literario en general queda expuesta teniendo como ejemplo la poesía de Palma, y no se detiene en lo contemplativo, genera dos respuestas: la alabanza si se trata de una acción que considera buena y el silencio si la halla mala.

En otro momento de la epístola comienza significando cómo los poetas cubanos miraban hacia fuera en busca de historias legendarias y personajes famosos para nutrir sus composiciones, respondiendo de esta manera a tal situación: “Nosotros tenemos héroes que eternizar, heroínas que enaltecer, admirables pujanzas que encomiar: tenemos agraviada a la legión gloriosa de nuestros mártires que nos pide, quejosa de nosotros, sus trenos y sus himnos” (p. 95). En la Revista Venezolana se propuso crear una publicación cuyos artículos penetraran en lo más profundo de las raíces americanas para que los lectores no continuaran siguiendo la literatura de parajes externos. Allí también dejó plasmado su interés de aprovechar el potencial inexplorado por el arte de las letras en la región.

Continuando con la carta, más adelante califica de apóstatas a los que pretenden crear poemas con referentes foráneos: “Apostasías en literatura, que preparan muy flojamente los ánimos para las venideras y originales luchas de la patria. Así comprometeremos sus destinos, torciéndola a ser copia de historia y pueblos extraños” (p. 96). No caben dudas de la urgencia que le confiere a mirar y pensar la literatura desde dentro y la función social que le otorga a esta. La palabra es el arma natural del intelectual y la única que puede esgrimirse cuando la conciencia colectiva carece del empuje y la convicción suficientes para empuñar las otras en aras de la independencia.

En el siguiente fragmento se puede notar el uso de la metáfora como recurso recurrente en el estilo martiano para valorar el lenguaje de Palma: “No hay en ti (…) exuberante vegetación vacía de fruto, matizada apenas por solitaria y, entre las hojas, apagada flor. En un jardín, tus versos serían violetas. En un bosque, madreselvas. No son renglones que se suceden: son ondas de flores” (p. 96). Con la metáfora está viendo en el lenguaje empleado por Palma la sencillez como elemento favorable, sobre esto insistirá luego en “Mi tío el empleado” novela de Ramón Meza. Martí rechaza la abundancia de adjetivos y vocablos para lograr la literariedad, prefiere la frase sin adornos innecesarios. El estilo está en adecuar el contenido del pensamiento a la forma. Por otra parte, en el fragmento que se analiza aparecen símbolos de la naturaleza. A propósito, Schulman (1978) explica: “En la elección de sus símbolos, Martí muestra una decidida preferencia por los que provienen del reino de la naturaleza” (Martí y el modernismo, párr. 1).

Con anterioridad se abordó la censura que hace Martí a los poetas que buscan los nutrientes para sus obras en lugares fuera de nuestra área geográfica –entendiéndose como tal la que denominó Nuestra América– y, precisamente, el gran mérito que le concede a Joaquín Palma estriba en su rectitud de carácter, a saber, su patriotismo, valor que el Apóstol admiró en los hombres. Que Palma le cantara a la patria, la verdad y el amor es motivo suficiente para esta crítica impresionista; los tres temas privilegiados: Martí amó profundamente a los hombres, a la verdad y a su patria. Las palabras finales de la epístola son el agasajo hacia un hombre que, como el propio Maestro, se mantuvo con el espíritu inquebrantable añorando su cuna desde la distancia: “En tanto, está contento, porque has sabido ser en estos días de conflictos internos, de vacilaciones apóstatas, de graves sacrificios, y tremendas penas, poeta del hogar, poeta de la amistad, poeta de la patria” (p. 96).

En la carta a José Joaquín Palma se puede afirmar que la reflexión ética de Martí tiene un fin literario al exponer la conducta que debe seguir el poeta para producir una obra de mejor factura y en otro momento, unido a lo literario, encontramos el patriotismo, el anhelo de independencia cultural. En cuanto a lo primero, privilegia la poesía arraigada en las emociones humanas y, acerca de lo segundo, entiende que la historia del continente tiene valor suficiente en sí misma para ser objeto de representación artística, lo cual redundará en la emancipación de Latinoamérica.

Propósitos de la Revista Venezolana

La Revista Venezolana fue el espacio donde Martí quiso poner en práctica la mayoría de sus ideales expresados en previos escritos, incluso en los que forman parte de esta selección. Si se sigue la línea común entre los textos, se apreciará que los principios martianos son inquebrantables y recurre a ellos insistentemente. Esta publicación quería destacar “la triste memoria de aquellos tiempos olvidados, de hombres desnudos y penachos vívidos” (Martí, 2001b, p. 198 y “nuestros adelantos, futuro desarrollo o sabias leyes” (Martí, 2001b, p. 198). Nuevamente se aprecia el interés de Martí por enaltecer la cultura latinoamericana y no la de lejanas tierras, pero en ese afán la revista no se configura elitista ni sectorial y así lo expone: “Aposento natural tiene en la Revista Venezolana todo pensamiento americano; y cuanto al bien de nuestras tierras, y a auxiliarlas a formar conceptos propios y altos contribuya” (Martí, 2001b, p. 199).

Se persigue la independencia cultural del continente y la publicación se erige como guía en el proceso de emancipación. Se advierte, además, la personalidad serena de su director y la disposición para ofrecer razones en apoyo de sus concepciones, siempre teniendo como principio esencial el amor a la humanidad. Más adelante continúa explicando la posición inclusiva de la revista cuando escribe: “No obedece la Revista Venezolana a grupo alguno literario, ni la perturban parcialidades filosóficas, ni es su criterio airado y exclusivo, ni viene a poner en liza, sino a poner en acuerdo, las edades” (Martí, 2001b, p. 199).

En este texto, asimismo, aparece el símil martiano para significar otro valor que posee la literatura, “aligera tanto los hombros humanos de las pesadumbres de la vida” (Martí, 1882, párr. 2). Martí señala: “Son las letras como madres generosas sobre cuyas rodillas se apaciguan las fugases querellas de sus hijos” (Martí, 2001b, p. 199). Ahora la reflexión ética no se centra en las letras como arma de lucha y forjadora de la conciencia patriótica del público lector, sino con ese otro sentido que dignifica al arte, el cual consiste en la limpieza del alma humana. La literatura continúa siendo un medio, pero la finalidad con que la emplea el escritor ha cambiado, pasa de ser un instrumento de movilización colectiva a un soporte individual, el medio propicio para restablecer el daño sufrido por el corazón. Y otra metáfora da cierre al discurso: “No será, pues, tribuna egoísta (…); sino casa modesta, donde todo sereno pensamiento, y pensador hidalgo, tendrán casa. Alhajado está el hogar; y los miembros del Areópago citados: ¡sea todo, humildemente, en prez de Venezuela, y de la América!” (Martí, 2001b, p. 200). El uso de este recurso comunica la idea de familiaridad que inunda el ambiente donde la revista se produce y se reitera el nombramiento usual del todo por la parte: América por Venezuela.

El carácter de la Revista Venezolana

A pesar de que el director de la publicación había expuesto de manera clara los propósitos en el primer número, las opiniones del público se dividieron, una parte la consideró de muy buen agrado por encaminar “sus esfuerzos a elaborar, con los restos del derrumbe, la grande América nueva, sólida, batallante, trabajadora y asombrosa” (Martí, 2001c, p. 208), mientras otro sector opinó no era lo suficientemente variada y amena por estar habituado al “fardo obligado de cuentecillos de Andersen, y de imitaciones de Uhland, y de novelas traducidas, y de trabajos hojosos” (Martí, 2001c, p. 208). Tal recepción por parte del público requirió una respuesta del director.

Las diferentes opiniones suscitadas en torno a la revista dan fe de las dos posiciones extremas que, a nuestro juicio, marcan el arte en cualquiera de sus manifestaciones. La gran antinomia de críticos y artistas respecto al arte radica en dotar a este de un fuerte compromiso social o, por el contrario, negar su función social y hacer un producto casi meta-artístico: el término correcto sería arte por el arte. En medio de la disputa originada por los seguidores de uno y otro punto de vista, aquel intelectual no podía dejar su voz silenciada y expondría con la fuerza peculiar del pensamiento su posición respecto a la recurrente querella: la revista no se proponía fungir como entretenimiento, la propuesta estaba comprometida con la historia y el progreso del hombre en sociedad.

Para el Apóstol la escritura no es mera forma de expresión artística, como se ha visto, constituye un arma y la sabe poderosa. Es un medio encaminado a lograr un fin enorme y necesario: la independencia de América en todo el sentido de la palabra, independencia política, económica y también cultural. Fernández (1974), al valorar la visión martiana del arte, cree que el término utilidad es “la palabra central de su expresión. (…) Y esa utilidad remitía directamente a tareas urgentes, nacía de ellas” (p. 53). La utilidad urgente del arte para Martí la constituye la emancipación social.

Por otra parte, el Más Universal de los Cubanos no pasa por alto la dualidad autor-lector en su relación dialéctica cuando califica de “literatura blanda y murmurante que no obliga a provechoso esfuerzo a los que la producen ni a saludable meditación a los que leen” (Martí, 2001c, p. 208) a las obras publicadas en las revistas de la época. Martí tiene claro que el proceso de creación repercute en la recepción, la figura creadora deberá afinar sus estrategias para lograr un producto bien acabado y los que leen deberán perfeccionar sus habilidades para desentrañar la esencia de las cosas. Reis (1985) se refiere a este tipo de literatura como subliteratura, caracterizada por un lenguaje altamente estereotipado donde predominan las intrigas pasionales y esquemas actanciales de escasa variedad. El crítico, igualmente, afirma que la subliteratura presenta pocas dificultades de recepción.

La Revista Venezolana es original en su concepción y está bien pensada si se analiza el contexto. Martí es consciente de que el público lector está acostumbrado a leer traducciones de obras europeas, que en gran medida lo mantienen enajenado del acontecer y la historia americana y obstaculiza la movilización de las masas hacia el intento por la definitiva independencia; recuérdese que América emprendió a inicios del siglo XIX las luchas libertadoras, pero continuó siendo colonia cultural del Viejo Continente y en la mayoría de las naciones siguieron presentándose dictadores. El llamado del Maestro es a mirar hacia adentro y no hacia afuera, no hay que buscar en historias, motivos, personajes, espacios extranjeros, las maravillas que podemos hallar en ese pueblo entero que denominó Nuestra América.

Con una pregunta retórica, tan propia de su estilo, introduce el intelectual su parecer:

¿Será alimento bastante a un pueblo fuerte, digno de su alta cuna y magníficos destinos, la admiración servil a extraños rimadores, la aplicación cómoda y perniciosa de indagaciones de otros mundos, el canto lánguido de los comunes dolorcillos, el cuento hueco en que se fingen pasiones perturbadoras y malsanas, la contemplación peligrosa y exclusiva de las nimias torturas personales, la obra brillante y pasajera de la imaginación estéril y engañosa? (Martí, 2001c, p. 209)

Se está nuevamente ante la idea de lo latinoamericano como objeto digno de representación artística.

En otro momento Martí (2001c) señala: “deben sofocarse las lágrimas propias en provecho de las grandezas nacionales” (p. 209) y el altruismo como valor moral aflora de inmediato, pero tal vez ese término no sea lo suficientemente adecuado cuando se habla de la ética martiana. Según el Diccionario de la Lengua Española, altruismo es la “diligencia en procurar el bien ajeno aun a costa del propio” y para el cubano no se cree haya tal distinción entre “bien ajeno” y “bien propio”. Vive conforme a una ética que le indica que el bien de los otros es su propio bien, su magna tarea es la emancipación de los otros y no hay mayor sufrimiento que el sufrimiento de los otros. Las palabras de Sève (1975, citado por Calviño, 2010) contribuyen a entender mejor la cuestión desde el punto de vista sicológico cuando aplica el marxismo y la Teoría de la personalidad al análisis de la necesidad personal de militar: “los esfuerzos de una vida militante real se apoyan precisamente en la toma de conciencia del hecho de que la satisfacción general de necesidades personales pasa por la realización de cierto número de transformaciones sociales” (p. 50).

Más adelante se halla una imagen que compara las funciones del escritor y el pintor: “el escritor ha de pintar, como el pintor. No hay razón para que el uno use de diversos colores, y no el otro. Con las zonas se cambia de atmósfera, y con los asuntos de lenguaje” (Martí, 2001c, p. 212). La reflexión ética convida al escritor a hacerse eco del contexto social y plasmarlo en su obra, haciendo un uso del lenguaje en correspondencia con el asunto a tratar, pues de la misma manera en que el pintor atenta contra la calidad de la pintura empleando un solo color, el artista de las letras empaña su obra si el lenguaje no varía, de ahí que Martí advierta de la presencia de arcaísmos o neologismos en sus escritos de acuerdo a los requerimientos de los diferentes temas.

En El carácter de la Revista Venezolana el Apóstol reitera la reflexión ética acerca del arte como medio para su finalidad concreta, que consiste en la soberanía del continente, y en la necesidad de mirar hacia dentro de la historia y la cultura regionales en la búsqueda de motivos para la creación artística. Fueron juicios esbozados en la carta a José Joaquín Palma, expuestos con total claridad en los Propósitos de la Revista Venezolana y retomados ahora en El carácter de la Revista Venezolana.

“Mi tío el empleado novela de Ramón Meza

En el texto dedicado a la novela de Meza, Martí adopta un punto de vista poco común en su crítica de arte, ahora se sitúa, se pudiera decir, “frente a la obra”. Se está en presencia de un crítico que se expresa como tal: califica el producto artístico y se refiere al método de creación con una visión enjuiciadora que ilustra los conocimientos vastos acerca de la técnica de la escritura:

Hay algo de pantagruélico en aquellos banquetes, y de rabelesiano en la risa del libro, no tanto por voluntad de este como por efecto del modelo monstruoso. El libro, sin ser más que relato, parece caricatura; pero precisamente está su mérito en que (…) no quiso el autor invalidarla mejorando lo real en una obra realista, cuya esencia y método es la observación sino que, hallando caricatura la verdad, la dejó como era (Martí, 2001d, p. 127).

La manera en que se conduce en esta crítica es similar a como lo haría un crítico moderno. En el tiempo que vivió era imposible hablar del concepto intertextualidad, pero encuentra relación entre Mi tío el empleado y Gargantúa y Pantagruel. Es recurrente en la obra martiana la referencia a otras obras de la literatura universal, lo que corrobora la vastedad de su formación intelectual. Luego continúa profundizando en el método de Meza:

Este don de observar es en Meza tan característico (…) porque no es esa observación común que copia lo que ve, (…) sino otra implacable y casi ceñuda, que realza su poder con su justicia (…). Achica de propósito sus personajes ruines con lo mínimo de sus detalles (…). No dice “¡ese es!”, porque pudieran no creerle; sino hace que el personaje diga “¡yo soy!” (Martí, 2001d, p. 127)

Varios detalles destacan con respecto a los preceptos éticos. En primer lugar, ser escritor requiere estar atento a las condiciones materiales que rodean a este, mas no se trata de la simple labor contemplativa que luego calcará en su obra. El escritor es un creador situado en un contexto concreto y está comprometido por su condición de hombre a modificarlo con la palabra como arma. En segundo lugar, se refiere al proceso de configuración de los personajes casi como un acto lúdico, de disfrute y artificio. En tercer lugar, se logra mejor el efecto de parodia concediéndoles voz a los personajes para que revelen su sicología que recurriendo a la tradicional presencia de un narrador para que dé a conocer la siquis de aquellos.

En cuanto al estilo en la novela, Martí (2001d) introduce su reflexión con la común pregunta retórica que contribuye a estructurar el discurso: “Y ¿en qué estilo está escrito todo eso? en un estilo intenso y laborioso, aunque entrabado por el ejemplo de las grandes novelas españolas” (p. 128). Nuevamente se es testigo del hondo conocimiento del Apóstol acerca del estado actual (para su tiempo) de las letras españolas y cómo se apreciaba la penetración de los métodos de tratamiento ingleses y franceses. Es significativa la objeción que hace Martí a la presencia extendida de adjetivos y al empleo de frases abundantes en detrimento del mensaje directo y breve por dos razones: cómo lo dice y qué dice.

La manera en que enfoca la crítica tiene un fuerte componente ético porque se plantea desde una perspectiva humanista, no se trata de un defecto en la novela de Meza, un error en el manejo de la técnica, sino una carencia natural propia de la juventud del autor. Se asemeja a la reacción de un padre cuando el hijo falla por la inexperiencia y, en lugar de censurarle por la equivocación, le abraza con la convicción de que en el futuro mejorará su habilidad. La repercusión de lo que dice halla el sentido completo cuando ahonda en lo referente a lo que podemos considerar como estilo: “El que ajuste su pensamiento a su forma, como una hoja de espada a la vaina, ese tiene estilo. El que cubra la vaina de papel o de cordones de oro, no hará por eso de mejor temple la hoja” (Martí, 2001d, p. 128).

Para Martí la palabra actúa como ente que exterioriza la esencia de la siquis del escritor y luego el lector se apropia del significado de esa palabra para elaborar otra como respuesta. La palabra en tanto elemento mediador debe supeditar belleza a función, si bien se admite que la belleza de la palabra influye en la trascendencia de la literatura. De nuevo pareciera adelantarse a su tiempo pues el formalismo ruso, tan célebre a inicios de la década del veinte del siglo pasado como escuela de teoría literaria, consideraba la suma de artificios responsable de la literariedad de un texto, es decir, la habilidad del autor para emplear los recursos del lenguaje distinguía al texto cotidiano del elevado texto literario y no pocas veces el asunto se volvía más cuantitativo que cualitativo; la forma predominaba sobre el contenido.

Martí en el siglo XIX con estas consideraciones pareciera comunicar a los formalistas del siglo posterior que los artificios son secundarios respecto al mensaje que se desea trasmitir. En El carácter de la Revista Venezolana ya había esbozado esta idea cuando expresaba su voluntad de usar palabras viejas o neologismos en dependencia de la necesidad comunicativa y que no encontraba motivos suficientes para privarse del uso de determinados vocablos, por lo que se pudiera interpretar que tampoco dudaba el Apóstol en recurrir a las llamadas palabras tabúes.

Conclusiones

1. Los preceptos éticos de Martí para el escritor latinoamericano en los textos estudiados se orientan hacia dos direcciones fundamentales: la función social del arte y la apreciación de la literatura como producto artístico.

2. En Martí la gran finalidad constituye la emancipación cultural de América Latina, la cual deberá alcanzarse desde la mirada introspectiva y en la que la literatura desempeña un papel determinante, la considera un medio para su fin urgente.

3. Cuando el escritor rehúye el compromiso social la crítica martiana se erige fuerte y recta. Si encuentra deficiencias en el valor literario de la obra, la crítica se efectúa a través del silencio, lo cual evidencia una profunda visión humanista. Cuando el escritor reconoce la función social del arte se produce el elogio exacerbado.

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